Los precios del gas oíl y los fertilizantes
disparan los costes de producción de las explotaciones
Los
agricultores gastarán en la siembra de cereal
$66 más por hectárea en carburante que en la campaña anterior.
Se alerta sobre
un importante incremento de los costes de producción de esta campaña
de siembra con respecto al año pasado, principalmente, a causa de la
subida del precio del gas oil agrícola y de los fertilizantes, de modo que los
agricultores están invirtiendo mucho más en sus explotaciones sin ninguna
garantía de que, cuando cosechen, los precios de su producción sean suficientes
para cubrir los gastos afrontados.
Por un
lado, el gas oíl ha incrementado
su precio en mas de un 23% con respecto a noviembre de 2010, pasando
de aproximadamente de $ 4,20 el litro a los $ 5,40 actuales.
Esto supondrá que
los agricultores gastarán $66 más de gas
oil por cada hectárea que siembren. Además, los fertilizantes han aumentado su
precio en un 25% en el mismo período, lo que significa que la labor del abonado
está costando $ 156 por hectárea más que el año pasado, o lo que es lo mismo,
$15.600 en una explotación media de 100 hectáreas.
En esta línea,
el departamento de comercialización de Se insiste en que los agricultores deben pedir la ficha técnica de los fertilizantes
que compren, ya que se han vuelto a detectar fraudes en cuanto a su
calidad e insta a los profesionales a desconfiar de abonos cuyos precios son
demasiado bajos.
Además, en la
noticia se recuerda a los profesionales agrarios que en nuestras direcciones encontrarán el asesoramiento necesario para la toma de decisiones
en cuanto a la compra de insumos y la venta de sus producciones.
Por otro lado,
las lluvias tardías han provocado la aparición de malas hierbas como la “avena
loca” o el “ballico” en algunas parcelas y los agricultores se están viendo
obligados a utilizar productos fitosanitarios para combatirlos con el
consiguiente aumento de los costes.
Así, Se
considera inadmisible que un sector como el agrario, que provee a las sociedad
de alimentos sanos y de calidad y cuyos profesionales son los que cumplen con
los más estrictos requisitos en materia medioambiental y de seguridad
alimentaria, con la pérdida de competitividad que esto les supone, no tengan
ninguna garantía de que los precios en origen vayan a cubrir sus costes de
producción.
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